20/1/09

The young Ray at the top of the stairs

Estaba leyendo (al fin, después de buscarlo tanto tiempo!) “Zen in the art of writing” by Bradbury y de repente, en el segundo essay por ahí, cita la novela de Sherwood Anderson: Winesburg, Ohio que hace tres días a mi se me ocurrió bajar out of nowhere. No hace unos meses, no hace unos años, sino hace tres días exactamente. (Estas cosas siempre me pasan y creo que le hubieran gustado a Cortázar) Bueno, sigo leyendo lo de la famosa lista y en algún lugar de esa selva de nouns creo que decía THE STAIRS y pensé ¿ Por qué no escribir un cuento con una escalera? Así que abro mi Word y anoto la primera oración. Todo bien. Todo muy lindo ¿Qué pasa solo unos párrafos después? Ray, impávido, como si tal cosa, se pone a contarme una anécdota infantil que tiene como escenario…una escalera. (The young thing at the top of the stairs) Y encima, usa la escalera en una linda metáfora en el párrafo final del ensayo. Son of bitch!! Just kidding Ray! I love u man! Lo que Ray no sabe es que me dió la solución para un cuento que hace rato rondaba, como un espíritu, la casa embrujada de mi cerebro.